El celo en nuestra gata: lo que debemos de saber

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El celo de una gata es el período en el que se muestra fértil y, por lo tanto, puede quedarse preñada. En general, es un proceso que comienza a los 6 meses de vida. Aunque también puede depender de la época del año, por la influencia de la luz solar, por lo que más que hablar de cada cuánto entra en celo una gata, debemos saber que dicho celo se puede prolongar durante meses, incluso durante todo el año en las gatas que viven en interiores y se ven afectadas por la luz artificial. Esto no significa que pase todo ese tiempo mostrando síntomas del celo, pero sí que, en ese tiempo, podrá entrar en celo en cualquier momento.

De igual manera, se dice que la gata es poliéstrica estacional, al presentar varios celos durante su período reproductivo. No hay una respuesta única a cuánto dura ese celo ya que pueden tener síntomas durante días o semanas de manera continuada, si bien es cierto que lo habitual es un celo de unos 7 días que se repite cada 10. Si tiene relación con un macho y no se produce la cópula, el celo no se detiene.

Síntomas de una gata en celo

Los síntomas del celo de una gata suelen ser muy claros e identificables, aunque no se dan en todas las gatas.

Una gata en celo va a mostrarse nerviosa, inquieta, con la intención de reclamar de manera continua nuestra atención, y con la emisión de maullidos agudos, en ocasiones dirigidos hacia puertas o ventanas, y con intención de salir a la calle.

Las feromonas que producen las gatas durante el celo también pueden inducir el celo en gatas cercanas. Por supuesto, si la gata tiene acceso al exterior con bastante probabilidad regresará en estado. Otras reacciones comunes son que nuestra gata se frote contra nuestro cuerpo o contra objetos, que esté más cariñosa, o que levante la cola y muestra los genitales. Es posible que orinen más de la cuenta. Y también que aumente su temperatura corporal, así como su apetito al inicio del celo y que disminuya al final.

Maneras de calmar a nuestra gata en celo

No hay maneras para hacerlo. La única manera sería evitar que sufra el celo. Frente a ello, tenemos que acostumbrarnos a convivir con los síntomas que le produzca a lo largo de la duración del celo.

Es cierto que podemos recurrir a nuestro veterinario para que nos suministre cierto tipo de medicamentos para eliminar el celo.

Pero, aunque pueden parecer la solución para un momento concreto, a la larga puede derivar en graves efectos secundarios como tumores mamarios o infección uterina, por lo que no son para nada recomendables.

De esta forma, la recomendación más saludable es la castración quirúrgica, que consiste, habitualmente, en la extirpación de útero y ovarios (ovariohisterectomía). Con ello, nuestra gata no volverá a tener el celo, no podrá reproducirse y su calidad de vida se verá notablemente mejorada.

La castración de una gata

Es recomendable que la operación se realice antes del primer celo porque con ello aprovechamos todos sus beneficios para la salud, como evitar la aparición de tumores mamarios. Aunque una gata en celo se puede esterilizar, es preferible que no lo esté para evitar que la mayor irrigación sanguínea de la zona complique el procedimiento con sangrados.

No obstante, el veterinario debe ser quien indique cuál es el momento óptimo para proceder a la castración de nuestra gata, ya que depende de muchos factores que son individuales y específicos de cada animal.

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